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Cinco aspectos para tener en cuenta a la hora de elegir juguetes para nuestros niños y niñas

Cinco aspectos para tener en cuenta a la hora de elegir juguetes para nuestros niños y niñas

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Por:
Andrea Bustamante

Hay miles de opciones a la hora de elegir un juguete para nuestros niños. A veces es difícil no dejarse llevar por la publicidad, por lo que está de moda o por lo que es más conveniente y accesible. Por ejemplo, compramos los juguetes que se consiguen fácilmente en un almacén y parecen atractivos para niños. 

También solemos tener ideas erróneas relacionadas con el tamaño de los objetos (más grande = más divertido), los colores (si es para una niña busco algo rosado y si es para un niño busco algo azul) o la forma de presentación (más botones que hacen ruido = más divertido). 

Pero, ¿qué juguetes son verdaderamente más adecuados para el desarrollo de los niños y niñas? Te damos cinco ideas, basadas en la evidencia y literatura sobre educación y desarrollo infantil, de aspectos que puedes tener en cuenta a la hora de elegir un juguete para un niño o niña en edad preescolar:

1. Priorizar juguetes que no requieran pilas o electricidad

Muchos adultos tienen la creencia de que los juguetes electrónicos que hacen muchos sonidos y tienen muchas luces son mejores para entretener y estimular a los niños. 

La evidencia sugiere que esta creencia es errada y que estas características en realidad afectan negativamente aspectos importantes como el desarrollo de la creatividad o el desarrollo social que se da a partir de la interacción con otras personas.

2. Preguntarse si tiene múltiples usos

Los juguetes con múltiples usos también son una buena idea por dos razones. Por un lado, promueven la creatividad. Por otro lado, duran mucho tiempo porque el niño va adaptando su uso a su etapa de desarrollo. Por ejemplo, los bloques de madera que pueden ser usados para hacer torres, pero también para imaginar que son un teléfono o para organizar por colores. 

Ejemplos de juguetes sugeridos: bloques de madera, aros de diferentes tamaños, arcoíris de madera.

3. Elegir sin importar el género

En las tiendas de juguetes, la sección de niños y de niñas están usualmente separadas. La de niños contiene típicamente súper héroes, experimentos científicos, vehículos y juguetes que requieren mucho movimiento (por ejemplo, pelotas). La de niñas típicamente contiene juguetes para hacer juegos de roles de actividades del hogar (cocinar, barrer) y de cuidado de bebés, juguetes relacionados con la belleza y el cuidado personal (peluquería, collares) y muñecas de diferentes formas y tamaños. 

Comprar solo un tipo de juguetes para niñas o niños refuerzan estereotipos asociados al género (por ejemplo, la creencia de que las mujeres deben encargarse de las labores del hogar y que en el campo científico los hombres son más hábiles). Esto, en últimas, genera un impacto en el desarrollo de los niños y niñas. 

La verdad es que tanto los niños como las niñas se podrían beneficiar de tener al alcance juguetes relacionados con la vida cotidiana (lo que en Montessori se denomina “vida práctica”) como cuidar bebés, cocinar o barrer, y tanto los niños como las niñas se podrían beneficiar de juguetes que estimulen el movimiento y la exploración del medio.

4. Revisar si son seguros

Es importante tener en cuenta consideraciones de seguridad: elegir objetos que un bebé o niño, de acuerdo a su edad, pueda usar autónomamente. Por ejemplo, que no tengan puntas, elementos pequeños que puedan tragar o líquidos que puedan ingerir. 

5. Buscar fuera de la tienda de juguetes

Elementos cotidianos simples que tenemos a la mano pueden ser los mejores juguetes para nuestros niños. 

Rollos de papel higiénico, contenedores de plástico para guardar comida, una cuchara de palo, etc., pueden ser buenos complementos para el juego de los niños y niñas. Estimulan la imaginación, promueven diferentes habilidades (por ejemplo, motricidad fina y gruesa, y desarrollo del lenguaje), y son de bajo costo y accesibles. 

Las cinco recomendaciones que hacemos arriba no pretenden ser una lista de requisitos que TODO juguete debe cumplir y que debemos seguir al pie de la letra. Más bien, es una guía práctica que podría darte ideas a la hora de elegir.

BIBLIOGRAFÍA

Healey, A., & Mendelsohn, A. (2019). Selecting appropriate toys for young children in the digital era. Pediatrics, 143(1).

Lillard, A. S. (2013). Playful learning and Montessori education. Namta Journal, 38(2), 137-174.

Lillard, A. S., & Taggart, J. (2019). Pretend play and fantasy: What if Montessori was right?. Child Development Perspectives, 13(2), 85-90.

Martin, C. L., Eisenbud, L., & Rose, H. (1995). Children's gender‐based reasoning about toys. Child development, 66(5), 1453-1471.

Zero to Three: Early Connections Last a Lifetime. Play. Recuperado de https://www.zerotothree.org/early-development/social-and-emotional-development

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Tres formas en las que invalidar las emociones de mis hijos puede afectar su salud mental futura

Tres formas en las que invalidar las emociones de mis hijos puede afectar su salud mental futura

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Por:
María Paula Chaparro

El famoso e influyente Psicólogo Fred Rogers decía << las personas llevan años diciéndole a otros “no llores”, y lo que realmente quieren decir es “me incomodo bastante cuando me muestras tus sentimientos, por favor no llores”. Sería mejor que en vez de eso dijeran “dale, llora, estoy aquí contigo”>> -

Cuando le pregunté a una paciente Juana de 18 años que atendía a consulta por primera vez la razón principal para buscar apoyo psicológico, me dijo “para que me ayudes a nunca tener que llorar en público, porque lo odio”. Al explorar su historia familiar, me contó que su padre hacía uso del castigo físico cuando quería que ella dejara de llorar o cuando no estaba de acuerdo con sus protestas.

Juntas trabajamos sobre reconocer la respuesta de trauma que producía su cuerpo cada vez que surgían sus ganas de llorar delante de otras personas (para su organismo, llorar delante de otros era peligroso porque quizás era el preámbulo de un castigo fuerte), y por supuesto la meta inicial de nuestro trabajo cambió completamente.

Aunque este puede verse como un caso extremo de usar el castigo físico para la negación emocional, existen otras frases comunes que parecen inofensivas, pero en realidad mandan un mensaje invalidante peligroso: “no tienes por qué sentirte así, no es para tanto”, “no estés triste, mira este muñequito tan chistoso”, “no te pongas brava por eso, cálmate, mira que vas a hacer que tu papá se ponga bravo”, “estás siendo muy sensible, así llorando te ves feo.”

Afortunadamente cada vez la investigación es más contundente en reforzar la idea de que validar las emociones de nuestros hijos es fundamental para la inteligencia y desarrollo emocional de nuestros niño y juega un rol determinante en la conexión sana entre padres, madres e hijos.

Definamos validación emocional brevemente como la capacidad parental para expresar de manera empática la aceptación de las emociones expresadas por sus hijos. Puede ser verbal (por ejemplo, “qué difícil es tener que parar de jugar para ir a comer, veo que esto te frustra mucho”) o no verbal (por ejemplo, acompañar una pataleta hasta que culmine, dejar que el niño expresa su inconformidad ante un límite en forma de llanto sin tratar de distraerlo).

Como sociedad todavía tenemos mucho trabajo por hacer ya que por el legado que traemos de antiguas generaciones invalidar las emociones tiende a ser la respuesta más frecuente. Un buen paso en la dirección correcta sería entender ¿de qué maneras invalidar las emociones de nuestros hijos puede afectar su salud emocional a futuro? Acá comparto tres, aunque no son las únicas.

1. Evasión de la incomodidad emocional

Quienes han crecido en entornos invalidantes de sus emociones, desarrollan aversión a la experiencia emocional negativa, y por lo tanto es más probable que traten de suprimir sus sentimientos a través de comportamientos potencialmente autodestructivos como episodios de glotonería, uso de alcohol, de drogas ilícitas, o incluso autolesionarse . También es más probable que escondan lo que realmente están sintiendo con comportamientos agresivos. ,]

2. Dificultad para pedir apoyo emocional

Quienes crecieron en entornos donde sus cuidadores no daban un espacio seguro para la experiencia y expresión emocional e incluso a veces se alejaban cuando éstas ocurrían, probablemente concluyeron que compartir sus necesidades emocionales pueden ser fuente de rechazo. Por lo tanto, estas personas optarán por guardarse sus dificultades y dolores para sí mismos, perdiendo oportunidades de conexión emocional auténtica y apoyo social. Muchas de estas personas pueden terminar sintiéndose más solas, tener síntomas depresivos o somatizar estas emociones como problemas de salud física. [2]

3. Sentimientos de vergüenza o de ser “inadecuado”

Cuando los niños han escuchado repetidamente que las emociones que sienten son inapropiadas o exageradas para la ocasión, inevitablemente comienzan a internalizar que “hay algo fundamentalmente mal” con ellos. Por lo tanto, las emociones negativas quedan asociadas con un sentimiento general de vergüenza, el cual afecta la auto-confianza y la seguridad en interacciones sociales. Es probable que estos niños sean más propensos a tener ansiedad en situaciones sociales durante la adolescencia o adultez, es decir, que sufran o evadan situaciones sociales de muchas personas por miedo a la evaluación negativa.

En el caso de mi paciente Juana, ella reportaba que debido a la gran incomodidad que le generaba su propia experiencia emocional: a veces se encerraba en su cuarto por días e incluso aguantaba hambre para no tener que comer con su familia, tenía más peleas frecuentes con su novio porque él quería apoyarla, pero ella rechazaba este apoyo, y ella se quejaba de dolores de cabeza frecuentes y problemas gástricos.

Aunque en estos caso el panorama no suena muy alentador, nunca es tarde para comenzar a validar las emociones de nuestros hijos (incluso así ya sean adultos), sanar las heridas emocionales que hayamos causado (la mayoría de las veces sin intención) y generar mayor bienestar general en ellos.

REFERENCIAS

Brereton, A., & McGlinchey, E. (2020). Self-harm, emotion regulation, and experiential avoidance: A systematic review. Archives of suicide research24(sup1), 1-24.

Griffiths, K. M., Walker, J., & Batterham, P. J. (2017). Help seeking for social anxiety: A pilot randomised controlled trial. Digital health, 3, 2055207617712047.

Krause, E. D., Mendelson, T., & Lynch, T. R. (2003). Childhood emotional invalidation and adult psychological distress: The mediating role of emotional inhibition. Child abuse & neglect, 27(2), 199-213.

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Cuatro ideas para que sus estudiantes regulen sus emociones

Cuatro ideas para que sus estudiantes regulen sus emociones

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Por:
Andrea Bustamante

Hace varios años tuve la oportunidad de observar clases de primaria en algunas escuelas de Cali, Colombia. En una ocasión, la profesora estaba trabajando una sesión sobre desarrollo socioemocional con sus estudiantes. Hacía mucho calor y había poca ventilación. Mientras la profesora intentaba dar unas instrucciones, algunos estudiantes de bachillerato que se encontraban cerca al salón de clases gritaban y jugaban con un balón. Sus gritos superaban la voz de la docente, quien se veía cada vez más sofocada y exasperada. De pronto paró de hablar y se dirigió a sus estudiantes diciéndoles: “Necesito un momento. Necesito calmarme o voy a hacer algo de lo que después me voy a arrepentir”. Cerró sus ojos y respiró profundamente. Después de unos segundos dijo: “Ya estoy lista para seguir”. Se asomó y les pidió a los estudiantes de bachillerato que hicieran silencio o jugaran en otro lugar.

Muchos educadores me han consultado de manera recurrente sobre cómo pueden hacer para que sus estudiantes aprendan a regular sus emociones. Coincido con la importancia del tema: la autorregulación emocional es una habilidad esencial que nos permite, por ejemplo, mantener la calma ante las situaciones más difíciles.

La autorregulación emocional no consiste en evitar o negar las emociones, incluso aquellas que consideramos incómodas como la ira, el miedo, la tristeza o la frustración. En cambio, implica aprender a identificar nuestras emociones y transitar nuestras experiencias emocionales de una manera constructiva inhibiendo impulsos que puedan hacer daño a otros, a nuestras relaciones o a nosotros mismos.

Este es un trabajo que puede llevarnos toda la vida, pero que es especialmente importante en la infancia y adolescencia, cuando nuestro cerebro está moldeándose y ajustándose de acuerdo con la información que recibe del entorno.

Acá presentamos cuatro ideas que pueden ayudarle a guiar este aprendizaje en sus estudiantes, sean de preescolar, primaria o secundaria.

1. No esperar lo imposible

Estar desregulados es parte natural del proceso de aprendizaje y crecimiento de un niño o adolescente, pues su cerebro todavía no está lo suficientemente maduro.

El neocórtex, que es la parte del cerebro encargada de darle sentido al mundo de forma racional, de resolver problemas, de planear, de reflexionar y de gestionar nuestros impulsos, se demora hasta nuestra segunda década de vida para terminarse de formar.

Sería entonces poco realista esperar encontrarnos con salones llenos de estudiantes que estén todo el tiempo en un estado de concentración y calma, y donde no haya peleas, quejas desbordadas, ni rabietas.

2. Abrir la puerta a las emociones

Uno de los primeros pasos para aprender a autorregularnos es identificar nuestras emociones. Para eso, debemos abrirles un espacio en el salón de clases: hablar de ellas (tanto de las nuestras como adultos como de las de los estudiantes), hacer pausas cuando sea necesario, respetar cuando los estudiantes necesitan un espacio para sentir.

Cada vez aceptamos más la idea de que la educación formal no debe referirse solamente al aprendizaje de conceptos y habilidades relacionadas directamente con las áreas académicas. El aprendizaje socioemocional ha ido ganando terreno porque cuando un niño o adolescente está en la escuela, está presente con su mente, sus emociones y su cuerpo.

3. Todo empieza por la regulación del adulto

Recordemos siempre que nosotros somos los adultos. Somos quienes deberíamos, por el estado de maduración de nuestro cerebro, tener una mayor capacidad para mantener la calma y acompañar efectivamente situaciones retadoras.

Si estamos desregulados, será difícil que podamos acompañar efectivamente a nuestros niños y jóvenes.

Si estamos desregulados, es probable que modelemos lo contrario a lo que queremos promover. Por ejemplo, es probable que recurramos a gritos desesperados, gestos de rechazo, amenazas o comentarios sarcásticos.

Por eso, la (para mí fastidiosa) frase que dice “la respuesta está en tu interior” cobra especial relevancia en la educación. Aprender a cuidar de nosotros mismos y trabajar en nuestro propio mundo emocional no es un acto egoísta. Es esencial para promover el sano desarrollo de nuestros estudiantes.

4. Modelar el proceso

La estrategia más poderosa para promover autorregulación en los niños y jóvenes que nos rodean es el modelamiento.

Podemos pedirles que nos ayuden a darnos cuenta de cuándo necesitamos gestionar nuestras emociones y decirles: “Tienes razón. Necesito un momento para calmarme”.

Podemos narrar en voz alta lo que está pasando en nosotros. Por ejemplo, describiendo nuestras sensaciones corporales y estrategias de autorregulación con frases como: “En este momento siento que mi cabeza está caliente y necesito hacer algo para tranquilizarme. Voy a asomarme en la ventana para que me entre aire fresco”

Esto es diferente a hacerlos responsables a ellos por nuestras emociones. Frases como “están insoportables y me hicieron enojar”, ponen la carga y el énfasis en el estudiante y no en nuestra propia experiencia emocional.

En el caso que empecé narrando al inicio de este artículo, la docente describió su experiencia emocional. Abrió la puerta a las emociones y mostró que hablar de ellas es normal. Al cerrar los ojos y respirar, modeló estrategias de gestión emocional de una forma significativa, que seguramente muchos de los niños, que la miraban atónitos, irían a recordar en otros momentos de sus vidas. Cuando estuvo más calmada, modeló otra habilidad esencial, la asertividad, pidiendo de forma firme pero respetuosa que la dejaran hacer su trabajo. 

Luego volvió a entrar al salón y continuó con la clase, que después de la lección magistral que les acababa de dar a los niños, ya no recuerdo de qué trató.

BIBLIOGRAFÍA

Brackett, M. (2019). Permission to feel: The power of emotional intelligence to achieve well-being and success. New York, NY: Celadon Books.

Dahl, R. E. (2001). Affect regulation, brain development, and behavioral/emotional health in adolescence. CNS spectrums, 6(1), 60-72.

Nelson, M. B., O'Neil, S. H., Wisnowski, J. L., Hart, D., Sawardekar, S., Rauh, V., ... & Peterson, B. S. (2019). Maturation of brain microstructure and metabolism associates with increased capacity for self-regulation during the transition from childhood to adolescence. Journal of Neuroscience, 39(42), 8362-8375.

Silkenbeumer, J. R., Schiller, E. M., & Kärtner, J. (2018). Co-and self-regulation of emotions in the preschool setting. Early Childhood Research Quarterly, 44, 72-81.